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El divorcio es un proceso que tiene un fuerte impacto no sólo en la pareja, sino en todos los que están a su alrededor, especialmente los niños. En primer lugar, se trata de cambios en la vida que pueden resultar demasiado difíciles para un niño que aún está en crecimiento y que no comprende plenamente la situación. Para los niños, el divorcio puede significar cambios en su rutina diaria, mudanzas, cambios en la comunicación con los amigos e incluso separación de familiares. Psicológicamente, el divorcio también tiene un impacto grave en los niños. A menudo se sienten culpables o agobiados por los problemas de los adultos, incluso si esos problemas en realidad no tienen nada que ver con ellos. Los niños pueden experimentar sentimientos de pérdida, irritación, ira o incluso depresión. Es importante recordar que los niños experimentan sus sentimientos a su manera y su salud psicológica requiere atención y apoyo especiales. Durante un divorcio, el niño a menudo se encuentra en el papel de árbitro espontáneo, convirtiéndose en una especie de mediador entre padres divorciados. Esta práctica, aunque inevitable en algunos casos, siempre tiene un fuerte impacto negativo en el niño. Es importante comprender qué cargas recaen sobre los niños después de un divorcio y cómo estas cargas pueden simplemente romperlos. Para los padres, los niños se convierten en una pelota. A menudo, en una situación de divorcio, los padres, lamentablemente, comienzan a utilizar a los niños como si fueran una pelota. un medio en sus propios conflictos. Los niños se convierten en una pelota en un juego de acusaciones y enfrentamientos mutuos. Los padres pueden intentar obtener información de sus hijos sobre el otro progenitor, manipular sus sentimientos o utilizarlos como arma en la lucha por el poder y el control. Este comportamiento parental tiene graves consecuencias para el desarrollo psicológico de los niños. Se encuentran en una situación difícil cuando sienten la necesidad de elegir entre sus padres o convertirse en rehenes del conflicto. Así es como la neurosis puede comenzar desde una edad temprana. A pesar de la creencia popular de que los hijos deberían ser el vínculo entre padres divorciados, este es en realidad un enfoque equivocado y bastante dañino. Los niños no deben ser considerados responsables de los problemas en las relaciones de sus padres o de sus interacciones entre ellos. Involucrar a los niños en conflictos entre padres es una forma de abuso emocional, y lo peor es que el niño ni siquiera es capaz de resistirse. Simplemente está condenado a cargar con estas responsabilidades y negatividad hasta la edad adulta y, a veces, durante toda su vida. Por qué no deberías involucrar a los niños en tus problemas Es importante darte cuenta de que los niños no son filtros ni mediadores en tus conflictos. Involucrar a los niños en sus problemas financieros, morales o éticos no sólo no los resolverá, sino que también puede agregar problemas al bienestar mental del niño. Los niños deberían poder ser niños sin preocuparse por los problemas de los adultos. Necesitan un entorno seguro y de apoyo donde puedan crecer y desarrollarse. Los padres deben asumir la responsabilidad de sus propios problemas y no transmitirlos a sus hijos. Deja que tus hijos disfruten de su infancia, porque en nuestro mundo inestable esto es un gran lujo..

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