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El sujeto de la palabra, como sujeto deseante, habla en un deseo inconsciente de descubrir la dimensión del significado: el significado. El sujeto se incluye en su cuerpo mediante el habla. En el habla, el objeto de la ansiedad escapa mediante el deslizamiento de significantes. Los significantes son huellas de la transición de un ciclo de represión a otro. La ansiedad en el registro de lo Real permanece inalterable y por tanto no engaña. Pero no podemos confiar en la ansiedad: la ansiedad se conoce mientras esté del lado del Otro. Tan pronto como nos quedamos a solas con ella, el horror de la separación nos invade con renovado vigor. Un regreso a la fase previa al espejo de la experiencia mental conlleva sólo el deseo de conocer, significar, devolver significado, y nuevamente nos encontramos en busca del objeto a. Cuando nos acercamos al objeto a, experimentamos ansiedad. El objeto a está “aislado y sujeto a eliminación; donde apoya el deseo, no está allí, pero conserva una conexión profunda con el deseo” [21, p. 312]. En pocas palabras, se deduce que cuando queremos ver algo, ya no lo vemos, sino que sólo disfrutamos de nuestro deseo. Algo aparece en la zona de visibilidad sólo después de que el deseo ha disminuido. El funcionamiento del deseo es un fantasma, o un destello de aquello a través de lo cual el sujeto se conecta con el objeto perdido a, el objeto de su ansiedad. El deseo funciona en el nivel del autoerotismo. El objeto parcial surge del fantasma, siendo producto de la neurosis. Del Otro el sujeto recibe un mensaje inconsciente sobre sí mismo: “¿Quién soy yo?” [21, pág. 338] - en una forma dirigida a uno mismo, el mensaje interrumpido no es satisfactorio. Esta deducción, el menos-falo -lo deseado- organiza el campo del Otro de tal manera que el Otro aparece en él como una falta. Por tanto no hay castración. Donde se suponía que debía existir, no hay nada que castrar. El falo, si existe, es sólo para que no surja la ansiedad. El objeto del deseo de una mujer está formado por lo que no tiene. El objeto del deseo de un hombre está formado por lo que no es: un defecto, Lacan, siguiendo la lógica de Freud, distingue: La inhibición es un obstáculo, un retraso, una resistencia. Un síntoma es el sufrimiento que sigue al obstáculo, o el obstáculo que. precede al sufrimiento. El síntoma pertenece a la categoría de aquel placer “que se encuentra al otro lado del principio de placer, en las proximidades de la Cosa. Por eso este placer puede actuar como Desplacer” [21, p. 156].La ansiedad no es un afecto reprimido y desplazado. El significante al que se asocia el afecto está reprimido. Según Freud, la ansiedad es una señal en el Yo. En el décimo seminario, Lacan dice que el lugar de la ansiedad debe buscarse en el Yo ideal, “la función que forma el Yo”. a través de la identificación secuencial con una serie de objetos” [ 21, p. 145].Lacan explora dos tipos de objetos: Pueden ser comunes. Intercambiar objetos. No se puede compartir. Estos objetos “preceden a la formación del mundo de los objetos sujetos a intercambio, socializados” [21, p. 114] - falo, sus equivalentes, predecesores. Cuando estos objetos ingresan al área de intercambio, se produce una alarma. La alarma aquí señala su estado inusual Objetos a: nivel 1. En la etapa oral, el sujeto se separa del objeto a (el pezón), que forma parte de su mundo interior. Aquí hay una conexión entre la demanda y el deseo oculto de la madre Nivel 2. En la etapa anal, la demanda por el Otro se asocia con el excremento. El deseo se ocupa de la demanda de la madre. Escisión entre deseo y demanda Nivel 3. Falo. La falta de un objeto (el placer en el Otro) pasa a primer plano. El placer está asociado a un símbolo que designa un instrumento de placer. El placer es el deseo de deseo, la tentación, “representa al Otro cuando, como resultado del debilitamiento del instrumento, el objeto revela su ausencia” [21, p. 412].La relación con el objeto presupone la privación de un órgano. Aquí comienza la división entre deseo y placer. “La castración se asocia a un objeto marcado por rasgos de deterioro, decadencia, decadencia” [21, p. 208]. Nivel 4. En el nivel de la pulsión escópica (fantasma) hay poder en el Otro. El narcisista no sabe lo que se refleja.

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