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Del autor: “La maldad” es una neoplasia caracterológica que inhibe no solo el desarrollo personal de la mujer misma, sino que también tiene un efecto influencia abrumadora en personas cercanas. Sorprendentemente, el diccionario explicativo de Dahl define el concepto de "perra" como "carroña", "carroña". A primera vista, esto de alguna manera no encaja con la imagen generalmente aceptada de una dama persistente que, por cualquier medio, se esfuerza por garantizar que todo sea como ella quiere. La imagen puede ser cualquier cosa: elegante o informal, segura de sí misma o neurasténica, sexy o frígida. Todas tienen una cosa en común: estas mujeres construyen relaciones con el mundo exterior según el principio: "Todo será a mi manera". En ocasiones, el deseo de insistir en uno mismo permite superar las dificultades y se convierte en un vector de desarrollo. A veces se transforma en una fuerza destructiva y puede destruir a la propia mujer. En la tenacidad de las mujeres es muy difícil determinar la línea entre la creación y la destrucción. Los vikingos construyeron sus casas alrededor de un árbol. El árbol era sagrado y se consideraba un símbolo de la familia. Nacieron hijos y nietos en familias, se ampliaron casas y se construyeron nuevos muros. Pero una cosa permaneció inalterada: el árbol, que era el centro de la casa. También creció. Si un árbol se secaba, se percibía como una mala señal; era imposible vivir con un árbol muerto. En el desarrollo de las relaciones, a las mujeres se les asigna un papel especial, algo similar al papel que desempeñaba el árbol en la vida de los antiguos escandinavos. Ella es el centro espiritual de la familia, capaz de organizar y estructurar el espacio no sólo en el hogar, sino también en el trabajo. En sus actividades pone en práctica sus propias ideas sobre “lo que es bueno y lo que es malo”. Es importante comprender que esta implementación se produce en el contexto de la vida de otras personas e implica su participación directa. Las personas que se encuentran en el espacio de la autorrealización femenina, por trivial que sea, son diferentes. También tenían sus propios árboles genealógicos. Así, resulta que si una mujer quiere gestionar a otras personas, debe tener en cuenta sus características. Para ello es necesario tener flexibilidad y coraje. Una mujer viva se convierte en una perra, es decir, comienza a corresponder a la definición del Diccionario Explicativo de Dahl, como resultado de una mezcla de terquedad y miedo. Una de mis clientas dijo que la idea de tener que aprender a confiar en sus seres queridos la aterrorizaba, algo comparable al puenting sin red de seguridad. Por separado, estas dos cualidades son convenientes para la supervivencia. Pero cuando se mezclan en un cóctel, se convierten en veneno. Paradójicamente, una mujer tan "envenenada" tiene el poder de sugestión más poderoso y es mucho más convincente que una mujer viva. Cuando le pregunté al cliente qué le impedía dejar a su esposa, quien, según él, lo humilló durante los 20 años de su matrimonio, respondió: “Ella me ama y se preocupa por mí”. Sólo hay un antídoto: el coraje y la perseverancia de quienes lo rodean y de sus seres queridos. No deberías pelear con una perra para convencerla. Es inútil. Tiene sentido defender tu derecho a la vida.

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