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Del autor: El asesoramiento individual y familiar tienen sus propias características. Uno no excluye al otro. Y cada uno resuelve sus propios problemas. El asesoramiento familiar es un proceso especial. Tanto para el cliente como para el propio consultor. Comenzar el asesoramiento familiar requiere de ambas partes la disposición a la inestabilidad constante, a la imprevisibilidad de las situaciones que surgen, a la espontaneidad de las reacciones, a la necesidad de estar siempre abiertos al proceso creativo y a una nueva solución. El psicólogo necesita crear y mantener esto. fluidez, este movimiento vivo, esta inmersión en un cierto estado prístino del sistema familiar, cuando nada todavía se ha vuelto inerte, congelado, dogmático, listo para cualquier transformación y experimento en nombre del bien de todos. Al mismo tiempo, el psicólogo se negará a comentar lo que está pasando y dar consejos, y será muy cuidadoso y respetuoso con todo lo que se ha creado en la familia en este momento, contando con las reservas internas, con el potencial que existe en cualquier sistema familiar, de la capacidad de las personas para afrontar las dificultades por sí mismas. Los miembros de la familia que acudan a una consulta y quieran afrontar el problema deberán adaptarse al hecho de que el psicólogo se negará a aceptar un lado: “la rectitud ” y apoyará a todos, que negociará en el nivel de los intereses comunes. Los familiares también deberán comprender y aceptar el hecho de que el problema que presentan y el “portador de síntomas” pueden resultar imaginarios y tendrán que buscar la verdad en otra dirección. Un punto muy importante para las familias en el asesoramiento. Será la necesidad de comprender cómo cambiará su vida cuando el problema desaparezca y qué pasará si todo sigue como antes. Dependiendo de las tácticas que utilice el consultor en su trabajo, podrá utilizar varios tipos de desafíos, provocaciones y exigencias. el cumplimiento de determinadas instrucciones. A los familiares se les ofrecerán interacciones familiares, dentro del marco de estereotipos establecidos, y otras nuevas que pueden parecer difíciles de lograr. Sobre todo, se cuestionará la necesidad de control. El consultor dudará de que uno de los miembros de la familia sea capaz de controlar todo el sistema familiar. Siempre se centrará en LO que cada uno siente y LO que quiere del otro. El psicólogo no “pondrá vendas en las heridas”, las arrancará, no permitiendo que se devalúen los resultados obtenidos. Pero puedes contar con él para que te apoye y te ayude a enfrentarte cara a cara con la realidad de las relaciones destructivas que se han desarrollado por una razón u otra. Su tarea será, en primer lugar, ayudar a las personas que padecen el problema a ver lo que está sucediendo desde un punto de vista DIFERENTE, a ver los beneficios y recursos que se esconden detrás del “síntoma”. Y también mostrar a todos los participantes en la interacción cómo cada uno de ellos provoca o potencia la conducta sintomática del “paciente presentado”. El consultor se ofrecerá a retroceder en el tiempo para encontrar ese “patrón de interferencia” en la relación que provocó dificultades en la interacción, y se esforzará por garantizar que, en lugar de control y agresión, los clientes en consulta se muestren cuidado y amor mutuo con la mayor frecuencia posible. Durante un breve periodo de tiempo, el psicólogo se verá obligado, en cierta medida, a formar parte del sistema familiar, aceptando su dolor y el impacto emocional de las transacciones familiares y, quizás, la tarea más importante que cada uno pueda realizar. conjuntos profesionales es inculcar en las personas que acuden a él, confianza que si no temen las crisis y la novedad en las relaciones y son sensibles a los cambios en la condición espiritual y física de los demás; si comprende que es imposible que un “barco familiar” permanezca en un puerto tranquilo toda su vida, y tarde o temprano tendrá que salir a mar abierto debido a circunstancias cambiantes; entonces es bastante factible, sin ayuda alguna, afrontar con éxito la “emoción” que surge de vez en cuando e ir no sólo con vientos de cola, sino también con vientos en contra..

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