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Cuando escuchamos la palabra recién casados, aparece ante nuestros ojos una imagen colorida: una boda, jóvenes sonrientes y felices, romance, una cena a la luz de las velas, etc. Y, por supuesto, todo esto realmente existe. Pero esto no siempre dura para siempre; llega un momento en que los recién casados ​​se convierten en una pareja normal y corriente y se enfrentan a problemas cotidianos, se sumergen en el curso normal de la vida y se sumergen en la vida cotidiana. Uno de los problemas psicológicos durante este período es la mejora de las relaciones con los propios padres, que aún no están acostumbrados a ver a sus hijos como adultos, independientes y se esfuerzan por brindar toda la ayuda posible a los jóvenes, aunque no la necesiten. Esta pregunta se relaciona con el establecimiento de límites familiares. Los recién casados ​​han pasado de ser hijos e hijas a marido y mujer, y ahora estos roles son una prioridad para ellos sobre todos los demás. Pero a menudo sucede que uno de los jóvenes cónyuges no está preparado para separarse completamente de sus padres y sigue dependiendo psicológicamente de su madre o de su padre y necesita el consejo de sus padres. Todas las decisiones se toman con la aprobación de los padres y esto, por supuesto, puede provocar indignación en el segundo cónyuge, lo que en última instancia puede provocar conflictos e incluso una ruptura en la relación. O la segunda opción, que mencioné antes, cuando los padres no están dispuestos a dejar que sus queridos hijos vaguen libremente y se esfuercen por estar presentes en sus vidas constantemente. Esto puede manifestarse en obsequios costosos, en la asignación de determinadas cantidades de dinero para compras, ayuda en la casa, etc. A veces pueden estar físicamente presentes constantemente en una familia joven, explicando esto diciendo que simplemente aman mucho a su hijo, quieren ayudarlo, apoyarlo, etc. Si los recién casados ​​dan esto por sentado o no rechazan a sus padres por temor a ofenderlos, entonces los padres, a su vez, consideran posible interferir en la relación de los jóvenes, dictando sus propias reglas. También pueden exigir que se tenga en cuenta su opinión a la hora de resolver cuestiones importantes para una familia joven, lo que también puede provocar indignación en uno de los jóvenes cónyuges y, en consecuencia, los conflictos, desacuerdos y malentendidos están garantizados para esta familia. ¿Qué debe hacer una familia joven? Los cónyuges jóvenes deben comprender que la familia en la que nacieron y crecieron ya no es su familia, sino una familia de padres que tienen sus propias reglas, tradiciones y rituales. Los recién casados ​​deben crear sus propias reglas y rituales (por ejemplo, cómo. y con quién celebrar fiestas o fechas significativas). Acuerden entre ellos con qué frecuencia los padres pueden visitar a la joven familia, y sobre qué temas buscarán ayuda de sus padres y cuáles decidirán por sí mismos antes de tomar cualquier decisión. discútelo primero con tu pareja. Aprendan a escucharse unos a otros, apoyarse y confiar unos en otros. Los padres, a su vez, deben aceptar el hecho de que sus hijos crecieron y crearon sus propias familias, darles la oportunidad de aprender de sus propios errores y vivir sus vidas. De lo contrario, al querer ayudar a los niños, puede destruir su relación. La tarea de los padres de familia es apoyar a sus hijos adultos en los períodos difíciles de la vida, brindarles ayuda cuando los jóvenes la soliciten y comprender que se ha formado una nueva familia que tiene derecho a existir de forma independiente. ¡Buena suerte y paciencia, psicólogo familiar! Ekaterina Dolgusheva.

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