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Del autor: El artículo examina una de las competencias profesionales de un psicólogo: la neutralidad de un psicoterapeuta. Se demuestran variantes de errores de práctica y formas de mantener la neutralidad. Autor: Fomchenko Yuriy Arkadyevich - Fundador del Stalker Center, formador empresarial, coach, terapeuta, psicólogo, profesor asociado, candidato de ciencias médicas, formador certificado en PNL, terapeuta Gestalt. Uno de los temas tratados en el curso “PNL en asesoramiento psicológico” es el tema de la neutralidad del psicoterapeuta. El tema es relevante y conduce a uno de los errores más comunes: la pérdida de neutralidad del psicoterapeuta. En este artículo analizaremos las principales causas y formas de pérdida de neutralidad, métodos y estrategias para que un consultor mantenga la neutralidad. La neutralidad de un psicoterapeuta es una cualidad que le permite mantener la imparcialidad al trabajar con un cliente, una visión objetiva desde el exterior y mantener una posición neutral en los conflictos, lo que le permite no involucrarse en el contenido emocional del problema del cliente. . La neutralidad se manifiesta al expresar interés en el cliente como persona, sin mostrar signos verbales y no verbales de aprobación o desaprobación (evaluación) de sus acciones. Mantener la neutralidad en el asesoramiento psicológico es una habilidad básica de un consejero eficaz. La neutralidad nos permite abordar las dificultades del cliente de la forma más objetiva posible y encontrar las soluciones más efectivas. Como dice uno de los presupuestos de la PNL: para describir un sistema es necesario ir más allá de sus límites. La pérdida de neutralidad es uno de los errores más comunes que cometen los psicoterapeutas y psicólogos. A menudo se produce una pérdida de neutralidad cuando el problema del cliente coincide con las propias dificultades del consultor. En el caso de un número reducido de horas de terapia personal, el consultor se queda con temas “tensos” en los que hay muchas creencias limitantes, hay experiencias traumáticas y ciertos valores se ven afectados. En tales casos, el tema del cliente “engancha” al psicoterapeuta y éste se involucra emocionalmente en la situación. Hay tres grandes áreas en las que es posible una pérdida de neutralidad. Esta es el área de las relaciones humanas (familia, amor, sociedad, relaciones interpersonales), el área de composición del futuro “yo” del cliente, el área de las relaciones psicoterapéuticas entre el consultor y el cliente. Cuando el cliente presenta dos partes de sí mismo en conflicto, el consultor puede adoptar la posición de una de ellas, violando la neutralidad. Un ejemplo del ámbito de las relaciones familiares: una clienta acude a una consultora con el caso de haber roto la relación con su marido o pareja. El cliente cuenta qué clase de sinvergüenza es el marido, qué cosas malas hace, cómo le falta el respeto a la mujer. La parte femenina del consultor responde y comienza, primero de forma no verbal y luego verbalmente, a expresar su condena hacia la otra mitad. El cliente y el consejero forman una coalición contra el marido de la cliente. El consultor elige una dirección de trabajo: el desarrollo de la autoconciencia y la autoestima de la mujer, y la cliente recibe un especialista comprensivo y comprensivo que le aconseja lo que quiere escuchar. Pero esta posición es perdedora de antemano y he aquí por qué. En tal situación, el consultor se encuentra en una situación típica del “triángulo de Karpman” y comienza a desempeñar el papel de “salvador”, el de cliente – el papel de “víctima”, el de marido – el papel de "verdugo". Como sabemos, tarde o temprano el triángulo girará y los roles cambiarán. Cualquiera que sea el resultado de la situación familiar, el consultor puede encontrarse en una situación perdedora. Si el cliente rompe la relación y luego se arrepiente, la culpa es del consultor. Si el cliente restablece la relación en contra de la opinión del consultor (por hijos, apoyo económico, edad, etc.), la culpa será del consultor, ya que aconsejó “todo tipo de tonterías” y no entendió completamente la situación. O tal vez el marido, al enterarse de que su esposa está escuchando a un extraño, comienza a perseguir al psicólogo y luego el consultor se convertirá en una "víctima" y se verá obligado a buscar un "salvador" a su lado, involucrandoCada vez hay más participantes nuevos en el “triángulo de Karpman”. En esta situación, el consultor también se encuentra atrapado en las exageraciones del cliente, que el Dr. House describió acertadamente: "Todos los pacientes mienten". Un cliente, cuando llega a un psicólogo o psicoterapeuta y comienza a hablar sobre sus experiencias y las acciones de la otra parte, inevitablemente elige las situaciones más típicas, más emocionales y más ofensivas durante toda la existencia de la relación (problema). Al mismo tiempo, el otro lado de la relación no está cubierto a menos que se le pregunte específicamente al respecto. El consultor desarrolla involuntariamente una impresión unilateral de la situación y lleva a cabo sus intervenciones y acciones basándose en esta visión de la situación. Lo cual, por supuesto, no está bien. Muy a menudo, las violaciones de la neutralidad del psicoterapeuta aparecen precisamente al analizar situaciones en el campo de las relaciones familiares. Como hay muchas emociones, las pasiones hierven y se manifiesta el sufrimiento. La neutralidad también suele perderse cuando un cliente busca establecer una relación con el sexo opuesto. En este caso, existe el riesgo de que el consultor “implante” su propia visión de la relación “correcta”. El cliente empieza a encajar sus “patrones”. Lo que, en última instancia, conduce al surgimiento de una relación que no conviene al cliente, de la que tarde o temprano abandonará. La segunda área de pérdida de neutralidad ocurre cuando los clientes nos contactan sobre desarrollo personal, desarrollo en el ámbito profesional o la formación de un modelo de su comportamiento futuro. Al mismo tiempo, el cliente puede confiar bastante en el consultor, seguir sus recomendaciones y, en consecuencia, obtener resultados en su vida. Sin embargo, este estado de cosas también inspira al consultor, que comienza a dejarse llevar por la vida del cliente, involucrándose emocionalmente, perdiendo objetividad, ajustándolo a su visión del éxito. El tercer ámbito es que la neutralidad también se pierde cuando surge la simpatía entre un consultor y un cliente, especialmente si son personas del sexo opuesto. En tal situación, la implicación emocional aumenta y se pierde la objetividad. Y este es otro gran tema de discusión. Sin embargo, la neutralidad tiene una desventaja. Si el terapeuta es constante y fuertemente neutral, entonces surgirá un estado (o impresión) de desapego, empatía reducida, baja capacidad para empatizar y apoyar emocionalmente al cliente. El consultor parecerá “frío”, lo que hará que el cliente se muestre reacio a trabajar, incluso hasta el punto de irse. Es difícil para un terapeuta así demostrar apoyo emocional; sus recomendaciones pueden percibirse como consejos robóticos, no llenos de vida. Por tanto, el psicoterapeuta debe mantener un delicado equilibrio entre su propia emocionalidad y la objetividad al considerar el caso del cliente. Este equilibrio puede cambiar en una dirección u otra durante el proceso de asesoramiento. Sin embargo, el consejero debe volver continuamente a un estado básico de neutralidad y objetividad. ¿Qué ayuda al terapeuta a mantener la neutralidad? Para hacer esto, puede utilizar las siguientes recomendaciones. La primera es recordar que el cliente presenta una imagen exagerada, exagerada de su condición y de sus incidentes. “El mapa no es el territorio” es otra presuposición de la PNL. Por tanto, es necesario intentar conocer información y acontecimientos desde el punto de vista de la otra parte. Aclarar y preguntar sobre hechos opuestos a los contados por el cliente. Por ejemplo, un marido se queja. ¿Y cuándo el cliente también presentó quejas? ¿Cuándo no hay quejas? ¿Cuándo se pronuncian otras palabras? ¿Con qué frecuencia? ¿Qué pasa entre reclamos? Con mayor frecuencia, puede pedirle al propio cliente una evaluación de su condición, su propia evaluación de la situación. En segundo lugar, debe monitorear constantemente su estado para detectar el deseo de hacer algo en lugar del cliente, ayudarlo de alguna manera con sus conexiones, hacerse amigo de él en el futuro, hacer algo en lugar de él o para él. Al mismo tiempo, el cliente puede provocar tal comportamiento pidiendo consejo directamente al consultor, interesándose por su situación personal..

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